En el sexo nos da miedo pensar que no vamos a rendir como es debido y eso nos puede pasar facturas en nuestra cabeza...
Guía de iniciación en el BDSM
CÓMO INICIARSE EN EL BDSM
Seguro que en algún momento has oído hablar del BDSM y probablemente tengas curiosidad por probarlo, de hecho, hace unos años, a raíz del estreno de la saga Cincuenta Sombras de Grey estas prácticas se normalizaron, algo muy necesario, pero también se extendieron una serie de mitos relacionados con ella que no son del todo ciertos.
En este post te hablaremos de todo eso, pero antes que nada queremos preguntarte:
¿Sabes realmente lo que significan las siglas BDSM?
BDSM, SU SIGNIFICADO
El BDSM es un conjunto de prácticas eróticas que, aunque tienen relación entre ellas y en muchas ocasiones se realizan juntas, son independientes.
Habitualmente cuando hacemos referencia a ellas lo hacemos de forma errónea denominando a todo sadomasoquismo, pero os podemos asegurar que es mucho más que eso.
Concretamente, cuando hacemos referencia al BDSM, y aunque solo tiene cuatro siglas, hablamos de seis prácticas distintas:
Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo.
BONDAGE
El bondage, también llamado Shibari, es el término generalmente utilizado para hacer referencia al arte de atar, una definición que presta especial atención al momento de la inmovilización, a la estética y a la satisfacción sensorial, lo que permite elevar esta práctica logrando que se convierta en un momento erótico.
El objetivo del bondage es principalmente inmovilizar parcial o totalmente a la persona, estimulando a través de cuerdas y nudos determinadas zonas erógenas, de forma que no necesariamente pretende someter a la persona que está siendo atada, sino también crear vínculos energéticos con la persona que realiza las ataduras.
Pero no solo de nudos va la cosa, también forman parte del bondage aquellas prácticas que restringen los sentidos, como el uso de antifaces.
La palabra bondage proviene del francés pero esta práctica tiene su origen en Japón, aunque es muy difícil ubicarla en el tiempo ya que hay diversas referencias a ataduras “sagradas” miles de años antes de Cristo. Sin embargo, es hace aproximadamente 600 años que se extendió su uso para transportar y controlar a los delincuentes.
DISCIPLINA
La disciplina consiste en la definición de una serie de normas a respetar durante determinados periodos de tiempo, que no necesariamente tienen que coincidir con los encuentros sexuales, y los castigos que se imponen si dichas normas no se cumplen.
Entre estas normas se incluyen protocolos de comportamiento según situaciones y posturas que se deben adoptar en determinados momentos, algunas cuestiones típicas en los juegos (eróticos) de rol.
Esta práctica tiene origen en la erotización de la tradicional disciplina inglesa de la época victoriana que incluye, por ejemplo, el spanking que consiste en aplicar un castigo físico consistente en una serie de azotes con la mano, generalmente en las nalgas.
DOMINACIÓN Y SUMISIÓN
Hablamos de dominación y sumisión en conjunto ya que son prácticas complementarias basadas en relaciones jerárquicas en las que una de las partes tiene poder sobre la otra.
En este sentido, el dominante es la persona que ejerce su voluntad sobre la persona sumisa, quien deberá actuar acorde a sus deseos.
Generalmente, la persona dominante se denomina ama/o y la sumisa esclava/o.
Es bastante común que una persona actúe habitualmente con un mismo rol, pero también puede ser que prefiera alternar los roles. En ese caso se le denominará switch o versátil.
SADISMO Y MASOQUISMO
De forma parecida a la dominación y la sumisión, el sadismo y el masoquismo son prácticas complementarias en cierto modo ya que el sadismo hace referencia al placer que se obtiene causando dolor o humillación a la persona sumisa, mientras que en el masoquismo se obtiene placer experimentando dicho dolor o humillación por parte de una persona dominante.
ESTABLECIENDO LAS BASES
Como es lógico, estas prácticas pueden llegar a implicar cierto riesgo por parte de los participantes, especialmente cuando se está empezando, de forma que es necesario que antes del encuentro erótico se establezcan una serie de bases sobre las que se asentará dicha práctica.
Es por esto que las prácticas BDSM siempre deben cumplir las siglas SSC, es decir, deben ser seguras, sensatas y consensuadas, lo que implica que para su práctica se debe estar siempre en plenas facultades, lo cual excluye radicalmente el consumo de drogas, se debe distinguir entre la fantasía y la realidad, y debe haber consentimiento explícito.
MITOS Y VERDADES DEL BDSM
Seguro que al leer el apartado anterior te ha venido a la cabeza una serie de tópicos que se asocian al BDSM, pero ¿qué tienen de mito?
PALABRA DE SEGURIDAD
Como ya hemos dicho anteriormente, algunas de estas prácticas implican la asimilación de un rol determinado, de forma que en determinadas situaciones puede ser difícil distinguir qué es real y qué no.
Para poder desarrollar este tipo de prácticas con todas las garantías se ha extendido el uso de una palabra de seguridad, que, aunque no es siempre necesaria, si es más que recomendable.
Además, esta palabra de seguridad es muy importante que no sea algo que se pueda decir de forma accidental en el desarrollo de la práctica, ya que implicaría la finalización inmediata de esta, por lo que se suelen utilizar palabras que no estén relacionadas con el ámbito en que se desarrolla. Estas palabras de seguridad pueden ser, por poner algún ejemplo, el nombre de alguna fruta o de algún animal.
CONTRATO
En general, las personas que no practican habitualmente BDSM tienen la imagen de que es estrictamente necesaria la firma de un contrato en el que se recojan las distintas prácticas que se está dispuesto a realizar, así como los límites que no se quieren traspasar.
Sin embargo, la firma de un contrato físico no es necesario, aunque a veces sí es recomendable, especialmente en encuentros casuales en los que las personas no se conocen demasiado o no acostumbran a intimar.
Lo que sí es indispensable, como hemos dicho anteriormente, es una comunicación previa adecuada, en la que se informe a la otra parte de cuáles son las líneas rojas y cuáles las expectativas respecto al encuentro.
Así pues, podemos decir que, aunque no es necesario un contrato si que lo es un consenso.
LOS ROLES
Existe la creencia de que las personas que practican BDSM suelen adoptar un rol opuesto al que tienen en su vida real, ya que utilizan este tipo de prácticas para desahogarse.
Esta creencia trae consigo la suposición de que estas prácticas se realizan por compensar los problemas que tienen o han tenido a lo largo de su vida, como frustración o los mal denominados “daddy issues”. Dicho de otra forma, que quienes las llevan a cabo tienen algún trastorno psicológico.
Como podéis imaginar, esto es absolutamente falso, ya que el establecimiento de las reglas SSC que hemos comentado anteriormente nos hacen comprender que para el desarrollo de estas prácticas se debe estar en pleno uso de las facultades mentales.
También se suele pensar que lo más habitual es que sea el hombre quien desarrolle el rol dominante y la mujer el rol de sumisa, pero al generalizar esta creencia estamos dando por supuesto que el encuentro es entre dos personas, no más, algo que también es posible, y que además esas dos personas son heterosexuales y cisgénero, lo cual es ciertamente limitante.
LAS NORMAS VAN MÁS ALLÁ DE LOS ENCUENTROS SEXUALES
Como también hemos dicho anteriormente, en el BDSM se delimita el tiempo durante el cual se lleva a cabo la práctica, es decir, que no se extiende a la vida cotidiana, sino que se limita a una situación y un tiempo determinados, habitualmente el que dure la relación sexual, aunque no necesariamente.
ENCUENTRO ERÓTICO ES LO MISMO QUE RELACIÓN SEXUAL
En general, cuando hablamos de BDSM pensamos que estos encuentros siempre terminan en lo que definimos de forma errónea como una relación sexual, es decir, coito, pero no siempre es así.
En general, pero en especial en el BDSM, es importante diferenciar la práctica que estamos realizando del sexo tradicionalmente concebido, de forma que no necesariamente estas prácticas tienen que terminar en penetración, masturbación u orgasmos. En ocasiones, se busca simplemente el disfrute de la propia práctica.